Desde 1968 hasta 1981, corre fulgurante la carrera de un miembro del partido comunista. Pero con el advenimiento del sindicato Solidaridad, le toca enfrentarse a una jornada de protesta por la alza de precios, en que edificio que ocupa se ve literalmente asediado por miles de personas. La jornada transcurre lenta, y él piensa con cautela -un pensamiento expresado con voz en off- cuáles son los pasos más prudentes a dar: seguir las instrucciones de sus superiores al pie de la letra, o hacer gestos que le sirvan para congraciarse con los obreros que están a su puerta. (FA)